Entre 1990 y 1992 trabajè como repartidor de papel de fotocopiadoras. La empresa la conformàbamos mi jefe y yo. Era el padre de un amigo, que a veces tambièn curraba con nosotros, poco. Mi jefe era un tipo peculiar, su anterior empresa, tambièn de reparto de papel de fotocopiadora, se llamaba "El Jardìn de Armida", creo, la nueva aùn tenìa un nombre màs romàntico, algo increìble para una empresa de èstas caracterìsticas. Mi jefe, durante 13 años habia sido marino, y como el reparto normalmente me costaba media mañana el resto lo pasaba en la oficina mientras èl me contaba batallitas extraordinarias de sus años en la mar. Algo màs tarde, en 1995 caminaba yo por Valencia dàndole vueltas al nombre artìstico que me pondrìa en mi inminente debut como artista en solitario. Buscaba algo bien sonoro y rimbombante, fantasioso, algo que pudiera gustarme durante mucho tiempo pues sabìa que mi carrera iba a ser larga, prolìfica y duradera ..... cuando me dì de bruces con mi antiguo lugar de trabajo, ya abandonado, y me dije "eureka, lo tengo!": Caballero Reynaldo.


Don Carlos estaba sordo como una tapia, fuè mi profe de Fìsica en 3º de BUP, se pegaba casi todo el rato escribiendo numeritos y garabatos en la pizarra. Los màs gamberroides, entre los cuales no solo me incluyo sino que reivindico fuì punta de lanza, nos pegàbamos la clase lanzàndole improperios de todo tipo a grito pelado, el juego consistìa en que èl no notara nada cuando se volvìa para mirar. El caso es que en sus tiempos mozos fuè mùsico, creo que su grupo fueron Los Brujos, con El Maño y no sè quienes otros rockeros mayores del pueblo, probablemente Roque estaria por ahì tambièn, y como buen rockero le gustaba fardar de ello, de lo cual me aprovechè y logrè que me dejara un bajo y una elèctrica de la era de la catapum, un disparate de guitarras, no tenian caja, solo una tabla donde iban colocadas las pastillas y demàs botonajes, las cuerdas como a 5 cm del màstil, casi imposible sacar sonido de ellas, y con jack corto para enchufar, unas autènticas piezas de museo. Conseguì retenerlas en mi poder durante casi dos años dàndole largas de todo tipo, al finalizar el COU y cuando yo ya pensaba que eran mias para siempre Don Carlos se presentò en mi casa un buen dia con la intenciòn de no moverse de allì si no era con las guitarras a cuestas. Mi gozo en un pozo.


En COU ya pràcticamente ni aparecìa por clase, apenas de vez en cuando para quitarme el mono de hacer el idiota y mirar còmo las chicas se hacìan mujeres de bandera. Remedios era mi profe de Quìmica, hace 34 años ya parecìa una abuelita encantadora, hace poco creì verla y estaba exactamente igual. Yo le caìa bien, mis gracias la hacian reir por dentro, lo sè, y ella sabìa que detràs del bandarra de mì habìa un chico listo, se empeñaba en que aprobara los exàmenes a los que ni acudìa. Esas pre-navidades, por hacer tiempo, fuì a un examen, su cara irradiaba alegrìa y no paraba de decirme que podìa aprobar solo con concentrarme un cuarto de hora, y yo estaba decidido a hacerlo por ella. Pero ocurriò el desastre. La clase estaba muy cerca del gimnasio donde al dia siguiente se iba a celebrar la fiesta de navidad, escuchè a Gonzalo golpear un plato y mi cabeza hizo "crash", "ride" y "splash", me levantè de inmediato, le dì a Remedios el examen vacìo y le dije que mi conjunto de r'n'r me esperaba para probar sonido. La tristeza inundò su mirada, y yo la retuve un instante eterno, para marcharme al galope hacia mi super guitarra Cherson que pesaba una tonelada.


Nunca antes me habia sentado en un W.C., mi madre habia puesto un orinal dentro, con lo cual el pozo no parecia tan infinito y eso me tranquilizò. Mi hermana Carmen estaba conmigo, vigilando que no me pasara nada ante esa peligrosa nueva experiencia, ella deberia tener 5 años, tres màs que yo, como siempre. Durante la media hora que me pegaria ahì se me ocurriò preguntarle que era eso de "carrera universitaria", literalmente me dijo "cuando terminas de estudiar te desnudan, te ponen un gorrito de moro, te suben a un caballo y haces una carrera con los demàs compañeros". Sentì pànico. Y asì fue mi hermana Carmen conmigo durante toda mi infancia.


En Melilla, cuando ya no teniamos nada que fumar y no habia perras pa comprar, era pràctica habitual salir un rato a la calle, buscar algùn morito y mientras te enseñaba la mandanga y tù comprobabas como era el asunto pues hincabas la uña y te apropiabas de un chinorro, pa ir tirando, luego le decias que no te molaba y listo, te soltaba algùn improperio pero poco màs. Aquel dia el morito de los huevos nos metiò a Alvaro y a mì en un portal oscuro, mientras hacìamos nuestro trabajo un resplandor inundò el rellano. Un pedazo de estrella de ocho puntas con un hombre curtido debajo nos mirò alucinado. Se trataba de un comandante de los pistolos, y tal cual nos viò nos preguntò nuestros nombres, regimiento y compañìa, mientras el morito salìa escopetado. Durante el regreso al cuartel dimos por supuesto que el tipo se olvidaria del asunto, craso error, tal cual llegamos nos metieron en el calabozo. Solo estuvimos 3 dias allì, mi amigo Alvaro, sevillano de pura cepa y embaucador hasta decir basta, se las ingeniò con no sè que invento de que tenia que participar en las pruebas de nataciòn y nos soltaron. Curiosa y sorpresivamente los calabozos parecìan una sauna de grifa.


Con 15 años fuì de intercambio a Francia, Lorient, la Bretaña. A mi intercambiao le llevè el primer disco de Burning y el primero de Triana (??¿¿), no les hizo ni puto caso. Se llamaba Pascal, apenas tuvimos contacto, no teniamos nada que ver, en cambio me llevè muy bien con el hermano pequeño, no recuerdo su nombre, era muy gracioso porque el "oui" lo decìa siempre aspirado, y le salìa como un silbidillo pa dentro, yo me partìa el culo cada vez que lo hacìa y no para de preguntarle cosas obvias para que respondiera ese "oui" tan gracisoso. El caso es que un dia en la discoteque yo estaba intentando ligarme a una moza cuando de repente empezò a sonar una canciòn y todo el mundo se puso a bailar enloquecido, en primera instancia me mosqueè porque el ligue estaba saliendo bien, pero al momento, uf, que sonido, que cosa, en España aùn no habìa llegado ese magnìfico pelotazo, y me puse a bailar como un poseso olvidàndome por completo de la gabacha.


En 2002 un amigo que tocaba con un grupo màs o menos famoso me ofertò hacer de runner del backline en una gira por los fnacs, no pagaban mucho pero en èste negocio hay que hacer de todo para sobrevivir y como conducir me gustaba pues pallà me fuì. El amigo venìa conmigo en la furgo y en el primer viaje me dijo que ademàs de conducir tenìa que hacer un poco de pipa, afinar las guitarras, cambiar las cuerdas, etc. Yo le dije que si habia afinador afinar bien, pero que podia pegarme horas en cambiar una cuerda. Està bien, dijo, no pasa nada, ya cambiarè yo las cuerdas. El grupo llevaba como 8 guitarras, en el primer bolo me puse a afinarlas, cuando iba por la tercera me quedè hasta los cojones y no afinè màs, total, me dije, solo van a utilizar una cada guitarra. Y una mierda, utilizaban todas en media hora de show. Recuerdo las miradas de ambos guitarristas buscàndome entre la multitud con cara de "lo mato" al ir comprobando que todas estaban sin afinar y tener que ir afinando sobre la marcha. Al final del bolo uno de ellos me dijo "quiero que le pases el fast fret (una especie de limpiador de cuerdas) a todas las guitarras despuès de cada bolo". Yo calculè mentalmente 8x6=48 cuerdas cada dia, vale vale, no te preocupes, le dije. Obviamente no limpiè ni una ningùn dia y antes de cada bolo ellos mismos repasaban la afinaciòn temerosos de llevarse una sorpresa.


Yo tendrìa unos 7-8 años, jugaba mucho por el suelo, tenìa una postura de estar sentado tipo yoga y daba vueltas sobre mi culo como una peonza batiendo records una y otra vez. El comedor de mi casa era enorme, 60 o 70 metros cuadrados, me lo conocìa de cabo a rabo. Detràs de la puerta estaba el tocadiscos, en el suelo, claro. Al lado de los sillones una làmpara tipo farola con unos pies de metal que semejaban las patas de algùn bicho, tipo leopardo o un gryphon, daban la corriente, no muy fuerte, le pillè vicio a tocarlos. Tambièn habia, cerca del ventanòn que daba al balcòn, un mueble que escondia una màquina de coser. Dentro de la puerta habia un cajoncito con herramientas de la susodicha. Una de ellas era un destornillador muy pequeño y muy fino. Un dia me lo metì en la oreja, por el oìdo, y empecè a apretar, aquello entraba y entraba, hasta que me diò un dolor sùbito, agudo y fuerte. Lo saquè de inmediato, lo dejè en el cajoncito y salì escopetado acojonado. No pasò nada, no dije nada a nadie. Pa haberme quedao sordo.


En 1983 regresè a Valencia por segunda vez y me quedè durante 10 años. Fuì con mi Lambretta a hacerme estrella del rock, con lo cual lo primero que hice fuè buscar trabajo. Una empresa de mensajerìa catalana (Internacional Courier) abriò sucursal en la calle Calixto III y yo fuì su primer mensajero. A los pocos meses ya iba con mi flamante Vespa 200 con el logo de Stranglers (en azul) en uno de los tapacubos y enchufè a mi amigo Manolo como segundo mensajero. Manolo era un tarambanas de cuidado. Al poco tiempo entraron màs mensajeros y una plaza en la oficina quedò libre. Manolo y yo pactamos que èl se quedaba con la oficina y me daba todos los buenos servicios a mì, que solia ser un buen viaje de 80-100 kms, currando asì solo por la mañana y teniendo toda la tarde libre para  rockear. Aquel dia de noviembre aùn hacìa mucho calor en Valencia, asi que salì hacia Albaida con mi mono de mensajero, sin guantes ni nà, pa què. Subiendo el puerto la helada era espectacular. Lleguè a Albaida y me metì en un bar, pedì un cafè con leche y la taza era tan grande que no me pude reprimir y metì mis dolorosos dedos en ella al mismo tiempo que me pedìa otro cafè con leche.


En 2004 volvì a hacerme cargo de la producciòn (en el sentido màs amplio de la palabra) de un disco de Malcolm Scarpa, y su correspondiente y disparatada gira. Para ello enredè a Luis Prado y Paco Tamarit (de unos entonces recièn nacidos Señor Mostaza). Casi todos los bolos los hicimos en trio, con Luis a la bateria. Èl odiaba mi teclado Korg, pero yo me lo llevaba a todos lados y se lo ponia al ladito de la bateria, sabiendo que algo caerìa. Ilustro èste chascarrillo con el tema "She was a little gem", ùnica ocasiòn en la historia que se tocò en directo (que yo sepa). Pero el concierto màs descacharrante de la gira (y probablemente de mi historia particular) fue tambièn en trio pero no con Luis sino con Paco Tamarit. Ocurriò en El Pìcaro de Toledo. Como Luis no podìa venir y yo tocaba algunos temas con las escobillas pues me sentè en la bateria desde el principio y con el bajo colgado, para tocar todo a la vez. Cuando Malcolm me viò ahì sentado, tan dispuesto y entusiasmado, puso cara de "te vas a enterar" y gritò: "rock and roll", y comenzò con uno a la velocidad de la luz. A mitad de canciòn yo estaba exhausto, porque para mì la bateria en como subir al Himalaya, y cuando ya pensaba que la tortura acababa empezò a hacer un solo que durò una eternidad. Ya no me enterè del resto del concierto, apesadumbrado por el crimen que acababa de cometer a los tambores, pero recuerdo que Paco y Malcolm se lo pasaron de miedo improvisando. No asì el pùblico, al que no recuerdo escuchar aplaudir en todo el bolo, alucinados ante tal disparate sònico.


Jose Pèrez era un tipo realmente imprevisible y muy embaucador. Estàbamos una noche de hacia 1990 o asì en el Cafè Lola de Valencia bebiendo wisky, el garito estaba lleno, me fuì a mear y cuando regresè el garito estaba vacìo. WTF?. Salì a la calle y a allì estaba todo el mundo hacièndole un corro a Jose mientras echaba fuego por la boca.


Hacia 1980 apareciò en el mercado un cacharro que era como un sueño, el walk-man. Metias un cassette, te ponias los auriculares y podias ir por la calle escuchando mùsica!. Lo màs. Un colega tenia uno, se lo pedì para un rato y lo tuve una semana. Como quedaba muy snob ir con èl por el pueblo se me ocurriò, con la excusa de ir a recojer naranja, irme a dedo por la costa valenciana una semanita. Agarrè mis cintas de los Flying Burrito Brothers, ZZ Top, Billy Cobham, Bill Bruford, y etc, y me fuì hasta Oliva. Allì encontrè un garito que pintaba fenomenal, el dueño conocìa a los Burrito Bros (cosa rara) e hicimos buenas migas, me invitò a quedarme en su casa, que estaba encima del garito, pues tenia habitaciones de sobra, y me presentò a otros chavales que tenian un grupete y tal. Pasè la tarde dàndoles lecciones de còmo tocar la bateria (yo apenas aporreaba un par de ritmos, pero es que ellos era malìsimos). Al la noche, cuando le dije al tipo que me iba a dormir me dijo que habia venido gente y que tenia que dormir en su cama, pero que era muy grande y tal. Yo tan tranquilo me fuì parriba y a dormir como un tronco..... cuando de repente.... efectivamente, notè como el tipo se acurrucaba mi lado y me echaba el brazo encima. La madre que lo pariò! (pensè), y caì en la cuenta de como habia tramado todo el mariconcete. Con mi voz màs grave le dije "lo siento, pero a mì èsto no me va", y el tipo se disculpò de inmediato y se diò la vuelta. Ya no dormì, claro, y a la mañana siguiente bien temprano salì escopetado de Oliva. Años despuès, en Valencia, creì reconocerlo como locutor medio-famoso de una radio medio-importante, èl creo que tambièn me reconociò, pero ninguno dijimos nada.


En 1988, con mi grupo de turbo-funk Amor Sucio, nos apuntamos a un concurso de rock. Inexplicàblemente nos seleccionaron entre los 30-40 con la primera maqueta que hicimos. Màs inexplicàblemente aùn llegamos y ganamos las semi-finales en la KU de Manises, donde New Model Army eran el colofòn a la fiesta y nos colamos asì en la gran final, a celebrar en Pachà. Los otros dos grupos eran Los Flacos y Las Màquinas. Un premio de un kilo al ganador y la grabaciòn de un single a los dos restantes. Un millòn de pesetas!. Habia una cosa que parecìa bastante clara, iban a ganar Los Flacos, ademàs de que estaban bien relacionados hacìan un numerito imbatible, en un momento de la actuaciòn los dos guitarras y el bajo se agachaban a la vez y se quedaban un buen rato ahì. Imposible superar eso. Lo que ciertamente era indudable es que nosotros no ganarìamos ni de coña. Nuestro guitarrista tuvo una idea genial, en la prueba de sonido nos juntò a todos y propuso que el ganador, fuera quièn fuera, se llevara 800mil pesetas, y repartiera 100mil entre los otros dos grupos, alegando que no se sabìa quièn iba a ganar. Las Màquinas, sabedores de que tampoco ganarian, ràpidamente aceptaron la propuesta. Los Flacos se hicieron los remolones un ratillo, pero acabaron aceptando porque se empezaban a poner en evidencia. Efectivamente, ganaron Los Flacos y repartieron el pastel tal como habiamos establecido. Luego al grabar el single tambièn hicimos el pìcaro y empalmamos dos canciones en una.


Me preparè un baño con pompas de jabòn y todo, era mi primer piso alquilado y decidì darme un homenaje. Apaguè todas las luces y puse el primer disco de John Renbourn. No tenìa telèfono fijo. No existian los mòviles. Zambullido en un sopor maravilloso escuchè el abrir de la puerta, se me antojò que sonaba muy alterado. Eran las 10 de la noche. Mi chica soltò un LUISSSSSS!!!!! y peguè un bote que casi me doy con el techo. Hostias, que susto me has dao. No te has enterado?. De què?. La ciudad està llena de tanques. Anda ya. Que sì, acompàñame a la parada del autobùs. No habia ni cristo por la calle. No pasaban autobuses y ella vivìa a tomar por el culo. Empezàbamos a giñarnos cuando pasò un autobùs vacìo, parò, abriò la puerta y nos gritò: què cojones haceis aquì?. Voy a la calle Uruguay. Sube anda, que voy a los garages y te dejo en la puerta. Me volvì pa casa, el agua estaba caliente aùn, asì que seguì con el baño. Al dia siguiente en el instituto de Campanar se dijo que ya todo habia acabado, pero los profesores llevaban un cara de susto que no veas. Yo seguìa sin saber muy bien que cojones habia pasado, pero no preguntè y seguì charlando con mi compañero de pupitre sobre los Rolling Stones y el Beggars Banquet.


Incluso antes de despertarme ya sentìa el malestar, escuchè su voz grave decir: "Luis, arriba", y el malestar era espectacular. Mirè el reloj, las cinco de la mañana, "la madre que lo pariò", pensè. Ponerme los pantalos vaqueros y las botas màs viejas y gastadas que tenìa me hacìa sentir algo de alivio. Subìamos al coche, aùn màs dormido que despierto escuchaba subir a los perros, alguno me daba un lametazo. Dolores Vargas "La Terremoto" empezaba a alegrarme un poco. A los 50 ò 60 kms. paràbamos en algùn pueblo. Yo tomaba mi batido de chocolate, èl una cerveza, siempre cerveza. A los 50 ò 60 kms. màs adelante paràbamos de nuevo. Los perros salìan escopetados, yo detràs de èl. Rastrojos, tierra en las botas, olor a campo, empezaba a despertarme, pum pum, ribazos, una perdiz a mi costado, otra al otro, ahora una codorniz, otra. Paràbamos en alguna carrasca. Pan, jamòn, yo mirinda, èl cerveza. La cosa ya molaba. De vuelta al coche. Dejàbamos los perros y me dejaba en los Viberos. Yo màs despierto ya que todo, mis amigos bostezando. Era el momento. Sin trampas ni nada ganaba a la brisca o al tute los cromos de fùtbol como rosquillas. Cuando ellos espabilaban yo me iba a casa: "eh, que me he levantado a las tantas", y de vuelta con el fardo de cromos bien hermoso.


Nuestro amor era inmenso. En aquel entonces el suyo era brutal, yo era un imàn, sus brazos siempre rodeàndome y atrapàndome como si no existiera nadie màs en la tierra. Con las luces apagadas y tumbados en el suelo de parquè miràbamos las luces de colores dando vueltas por las paredes y el techo. Pero mi cabeza no estaba allì, pensaba en todo lo que dejaba atràs, conciertos, viajes, gente, nada volverìa a ser igual y yo me lamentaba por ello sin darme cuenta de que estaba viviendo los momentos màs bonitos de mi vida. Hoy intento abrazarle y besarle y su mirada de desaprobaciòn me entristece y confunde mientras recuerdo sus palabras de entonces cuando era yo el que intentaba tener unos minutos en soledad: "papà, tù aquì conmigo".


Me sentìa superior, todo el show habìa sido realmente exitoso, hiciera lo que hiciera todo me salìa super-bien, aùn asì tomaba todas las precauciones una y otra vez, sin descuidarme ni un segundo, nunca antes habia llegado tan lejos ni habìa tomado tanto riesgo en mi actuaciòn. Los pelos como escarpias. Cada cierto tiempo me tomaba un descanso, incluso cuando màs concentrado e inspirado estaba cortaba por lo sano y contaba algùn chiste para mantenerme firme y locuaz, dejando al personal confundido ante tanto talento y mano izquierda. Dominaba la escena de punta a rabo. Y entonces sucediò la tragedia. Aquel cabròn aguantò mis embestidas una tras otra, echè el resto, èl tambièn, y saliò el puto 2 que le daba el pòker.


Hacia 1990 decidì hacerme socio de una discogràfica, principalmente para asegurarme que mi grupo de entonces tuviera continuidad, ya que esa discogràfica se habia hecho cargo de nuestro primer àlbum y no veia yo muy claro que lo fueran a seguir haciendo con el segundo si no me inventaba una estrategia màgica. La cosa me funcionò. Durante un par de años fuì la sucursal de la dicha en Valencia. Al tercer año, tras la escisiòn de la misma en dos partes me animè a irme al foro a vivir con uno de mis socios. Viviamos en Torrejon de Ardoz, todas las mañanas nos pegàbamos una hora en el semàforo de entrada a Madrid, llegàbamos a la calle Hortaleza y nos tiràbamos otra hora dando vueltas para encontrar aparcamiento. La oficina era un divertimento total, la distribuidora estaba en el piso de arriba, y a nuestro lado otra incipiente discogràfica indie, y justo en la misma calle otra màs, ambas dos claves en el devenir del indie patrio. La distribuidora y nuestra discogràfica, en un breve espacio de tiempo, pasaron a mejor vida. El correcalles de artistillas parriba y pabajo era un jolgorio constante. Al terminar la jornada, que empleàbamos bàsicamente en delirar sobre proyectos imposibles, empezàbamos a currar. El ir todas las noches a los eventos importantes, reir las gracias de los locutores de radio o crìticos de discos, mamoneos varios y patatìn y patatàn, lo que se dice vida social y relaciones pùblicas, se me hizo insoportable al año o asì, con lo cual dejè de hacerlo. A partir de entonces y durante 3 o 4 meses en la jornada matinal me zambullìa en aquellos ordenadores con pantalla negra y letras verdes no sè muy bien què y al llegar la noche me volvìa solo a Torrejòn, me metìa en un bingo, donde pràcticamente te regalaban la comida y la bebida, y me pegaba allì 4 o 5 horas hasta que acababa pedo y cansado. Lo que ocurriò entonces fuè que empecè a ganar al bingo, hasta tal punto que hasta pensè en dedicarme a ello profesionalmente. Ganaba mucho màs ahì que con la discogràfica. Pero le vì las orejas al lobo y decidì dejar el bingo, la discogràfica y volverme a Valencia, creando asì mi sello discogràfico particular, Hall Of Fame Records, donde podria hacer lo que me viniera en gana, o al menos eso es lo que creì.


Anìbal tenia 6 meses, Malcolm lo mirò y dijo "tiene personalidad". Cuando la madre de Anìbal estaba embarazada Malcolm me ofrecìa nombres para el futuro churumbel: Quintìn, Marcial, y asì. Los decìa en serio. Llegamos a Bobal, un garito de Utiel y montamos los instrumentos. Justo antes de empezar la cosa a Malcolm le entrò un hambre atroz, lo mandè al Orlando y se comprò un bocata de calamares con mucha mayonesa. Lo dejò encima del ampli y cada vez que terminàbamos un tema le metìa un bocao de espanto y empezaba a tocar, hacìamos una intro improvisada mientras mascaba y engullìa y luego empezaba a cantar como si tal cosa. Asì una y otra vez hasta que se acabò el bocata, tras lo cual se bebiò un bote de fanta de naranja de un trago. Fuè un buen concierto, como casi todos los que hicimos el trio là là là (malcolm, tito y el menda). Una vez en otro sitio estaba la tele encendida y un partido de fùtbol en marcha con brasil y no sè que otro equipo. Estàbamos en una balada haciendo coros lisèrgicos tò flipaos cuando de repente Malcolm gritò: "Gooool". Me metiò un susto que te cagas.


Nos juntamos muy pronto, probablemente demasiado pronto. Yo tenia 15 años y ella 16. Viviamos en calles muy cercanas, yo miraba desde la ventana y cuando ella aparecìa por la esquina miraba hacia arriba y yo le hacìa un gesto con el brazo y bajaba en su busca. Yo no era muy presumido, era màs bien exagerao. Un poco hippy. Mi madre me hacìa unos jerseys de lana muy coloridos y unas bufandas larguìsimas. Me las solìa dejar olvidadas por los pub del pueblo. Luego mi madre iba viendo gente por la calle con sus bufandas y sus jerseys. Una vez le pedì que me hiciera un chaleco de lana verde y gorda, y muy largo, me llegaba hasta la rodillas. Me lo puse encima de un jersey muy largo tambièn, que junto con mi mata de pelo rubio estropil y mis botas camperas un par de nùmeros màs grandes de los necesitados completaba un conjunto la mar de vistoso. Me mirè al espejo y me encontrè guapìsimo. Mirè por la ventana, ella ya estaba allì, le hice el gesto con la mano y bajè todo orgulloso. Ella me preguntò, "quièn te ha hecho ese chaleco?". Mi madre, respondì. A lo que replicò "pues con esa pinta te vas con ella porque conmigo no".


Encontraba los sobres con dinero donde quiera que los escondiera, en el altillo de su armario, en el hueco de detràs de los lavabos, dentro de los baùles de ropa vieja, mezclado entre las sartenes viejas, donde fuera. Tambièn le metìa mano en su bolso. La primera vez que le sisè fuè por casualidad. Me diò una moneda y me dijo que podria acercarme yo solo a los kioskos y comprarme algo. Vì un coche en miniatura y preguntè cuanto costaba, cinco duros, justo lo que llevaba, lo comprè. Al vuelta aparecì con el cochecito y me preguntò "pero eso cuanto te ha costado, muchacho?", "cinco duros", "pero si yo te he dado un duro!", "pues no, la moneda era de cinco duros", "ay la madre que te pariò!". Del bolso le sacaba monedas, hasta cien pesetas era mi tope, me iba a los recreativos y me los gastaba con Fèlix al billar. Siempre me ganaba. Muchos años màs tarde se lo confesè, ella me dijo que ponìa los sobres adrede. Entonces le contè que aquella bolsa con 20mil pesetas fuè mi perdiciòn, las fuì pillando poco a poco, el dia que agarrè el ùltimo billete me sentì fatal porque la bolsa se quedò vacìa, fatal y acojonado, le pedì perdòn treinta años despuès. Mi madre contestò: "una bolsa con 20mil pesetas?, esa no la puse yo".


A mì me tocò Melilla, me contaron que mi padre al enterase dijo "que se joda". Yo la verdad es que me alegrè por irme tan lejos, que me hubera tocada Valencia, por ejemplo, hubiera sido una desolaciòn, aventurero que era uno. Fueron 12 meses profundizando en el arte del escaqueo y del fumeteo. La verdad es que me lo montè bien y apenas hice labores militares, pero al llegar al final, un mes antes de terminar, el agobio por andar escaqueàndome todo el puto dia de cabos primeros, sargentos, tenientes, capitanes, coroneles y etc pudo conmigo. Mentir a todas horas, esconderme, andar de aquì para allà por todo el regimiento para no hacer nada llegò a ser una pesadilla. El ùltimo mes lo dediquè por completo a cumplir con todas las obligaciones de un autèntico regular. El detonante ocurriò una mañana de primavera del 82 muy soleada. Mi amigo Alvaro y yo empezamos a reirnos como locos despuès de comprobar que no paràbamos de mirar el reloj, como animando a las agujas a que se movieran màs ràpidas. Entonces se nos ocurriò visitar las cuadras, que estaban alejadas de todo y donde solian juntarse los màs expertos escaqueadores. Serìamos unos 10 o 12 los regulares aburridos tomando el sol to colgaos cuando el que se encargaba de las susodichas cuadras dijo "eh, bichos, èsto seguro que no lo habeis visto nunca". Le levantò la cola a la burra y empezò a acariciarle los entresijos hasta que orgasmò soltando un chorro que alcanzò 3 o 4 metros.


El evento fue en el Garage de Pachà, una sala estupenda que habìa arriba del discotecòn donde tambièn disfrutè de muchos conciertos. Era 1988 y tocaban Sonic Youth, y de teloneros Los Ronaldos. Yo, faltarìa màs, iba a ver a Sonic Youth, pero fueron Los Ronaldos los que, inesperadamente, me hicieron pasar un rato memorable. Luego salieron los otros y me resultaron el tostòn màs gordo que habìa visto en mi vida, ahì comprendì que a mì el ruido me gustaba hacerlo pero no escucharlo y mucho menos ver hacerlo. Probablemente ese concierto marcò mi desprecio por la banda, a la que, sinceramente, apenas he escuchado, y el pop noise en general, al que, sinceramente, no le he hecho ni puto caso en los ùltimos 25 años. Cosas de cada cual.


Ella le presentò a la chica con la que iba a estar los siguientes 30 años. Durante un tiempo ella fuè la chica de un gran amigo suyo, incluso vivieron juntos las dos parejas. Nunca hicieron nada y siempre tuvieron muy buena complicidad. El amigo muriò, y un año despuès tambièn muriò la chica. Finalmente, 35 años despuès de conocerse, se acostaron juntos y fue la hostia.


Con Malcolm aprendì muchìsimo, me abriò miles de ventanas nuevas y otras miles que habian permanecido ocultas durante muchos años. Redescubrì el country y el blues clàsico, abandonados por mì durante todos los frivolones ochentas. Me zambullì en las raices del pop con los standards americanos, el ragtime, el cabaret. Acoplè mis virtudes improvisatorias ruidistas a todo tipo de gèneros tonales. Disfrutè del "no ensayar" y la espontaneidad y excitante riesgo que ello significaba en directo sin repertorio establecido de antemano. Recorrì miles de acordes en canciones que aparentaban una sencillez pasmosa pero que en realidad surcaban paraìsos sinfònicos infinitos. Y me reì muchìsimo con èl. Pero la clase magistral ocurriò cuando, ya que lo habia nombrado en una de mis canciones favoritas -Hall Of Fame-, le preguntè por donde deberìa empezar con Erik Satie, a lo que me respondiò: "no tengo ni idea de ese señor, lo nombro en la canciòn porque me gusta como suena el nombre, sin màs".


Hagamos un propòsito: Comprar los regalos de Navidad a pequeñas empresas. El Reynaldo ese que cuenta chascarrillos graciosìsimos y que tiene un montòn de discos baratìsimos, el artesano Luis G. que junto a su hijo hace unos videos maravillosos, el minùsuclo sello discogràfico Hall Of Fame Records que ha perdido toda su vida en proyectos musicales inverosìmiles y de una calidad artìstica insuperable..... Hagamos que el dinero llegue a grandes personas como èl y no a grandes multinacionales. Asì, màs personas tendràn una mejor Navidad, los Mostaza, el Pando, el Macìa, etc. Si te parece una buena propuesta, copia y pègalo. Apoyemos a nuestro Reynaldo!.


Mi debut en el mundo de los negocios fue espectacular. Con mi recièn inagurado sello propio continuè trabajando con la misma distribuidora que conocìa, de hecho todas mis relaciones negociatiles vienen de aquella època pues poco me he movido en esos aspectos tan perversos desde entonces. Corrìa el año 1997 cuando la deuda que acumulaba la distribuidora conmigo era total, es decir, no me habian soltado ni un duro desde 1994, y la cosa ya ascendìa a unas que se yo.... 2mil discos sin pagar, lo que fuera, una cosa guapilla. La penùltima vez que estuve en sus oficinas, en un polìgono de ya ni me acuerdo que pueblo madrileño, el menda lerenda me diò dos cheques por el montante total, con tanta alegrìa que me olì lo peor. Le dije entonces que queria llevarme algunos discos para mì, pensando "lo que va por delante va por delante" y èl no tuvo màs huevos que aceptar, claro, eso sì, con cara de "ya, ya, ya vale, no te lleves màs". Me llevè unos 25 cd's o asì, variadillos. Recuerdo que habia una caja entera con el disco de Andy Partridge y Harold Budd, agarrè un par de ellos, debìa haberme llevado la caja entera. Al cabo de unos meses intentando infructuosamente cobrar los putos cheques, mi socio en la sombra, y a pesar de ello amigo, y un servidor, nos fuimos a Barcelona, ya que me enterè que el susodicho ejemplar habia abierto allì la oficina bajo otro nombre. Al llegar el menda no estaba, solo habia un par de currantes con cara de "èl no està, haced lo que querais". Mi colegui y yo, sin dudarlo, empezamos a bajar cajas de cd's de mùsica bacalaera, daba igual, el caso era cobrar lo que fuera como fuera. En medio de la operaciòn apareciò el menda, nos viò, mirò las cajas que llevàbamos encima, cerrò la puerta por dentro y se metiò las llaves en los huevos. Llamò a la policìa. Vinieron dos puliceros, a los que explicamos el desaguisado. Uno de ellos se acercò a nosotros y nos preguntò por lo bajini "habeis conseguido sacar alguna caja?", "alguna, respondimos", y replicò "pues deberiais haber sido màs ràpidos". Y asì quedò la cosa. Malvendì los putos cedeses de bacalao y me cambiè de distri, con la cual tengo una relaciòn maravillosa desde entonces, muy escueta, pero correcta y amable.


Cuando voy al Fnac me gusta pasearme por las secciones de jazz y clàsica y aparentando intelectualidad, sacar el movil como q estoy comparando precios o consultando datos cuando en realidad estoy escribiendo esta chorrada.


La basca de los Viberos de Cuenca era muy variopinta, habìa desde un pijo muy muyt pijo hasta un gitano muy muy gitano. Cebollo lo llamàbamos, tenìa unos ojos azules alucinantes y una cara redonda, muy redonda, como un pan quemao. Yo tendrìa unos 12 años, 1974, un dia le birlè del bolso a mi madre cinco duros y me comprè un sobre de soldaditos bèlicos, venian como 20 o 30 soldaditos, todos del mismo color, y algùn bazooka, alguna valla, o algo asì. Ibamos caminando por la calle unos cuantos coleguis, incluido el Cebollo, cuando de repente èste me coje del cuello y me empuja hacia la pared, saca una navaja y me dice "dame los soldaditos". Todos nos quedamos flipaos porque el Cebollo era de la basca y con nosotros nunca hacìa esas cosas. Al dia siguiente todo tan normal como si no hubiera pasado nada, pero no me devolviò los soldaditos nunca. La ùltima vez que lo vì fuè hace un par de años, estaba en el puente de San Pablo, vendiendo a los guiris plantillas fotocopiadas de las Casas Colgadas a las que èl les daba color. Me viò y como si me hubiera visto el dia de antes me dijo "Luismi, còmprame una", yo le dije "no me jodas, Cebollo", a lo que replicò "pues dame un cigarro".


Estuviera donde estuviera siempre andaba repiqueteando los dedos, yo lo observaba fascinado. Por las noches se metìa detràs de la puerta de su habitaciòn, al lado del radiador, con la radio pegada a sus orejas, sonaba zarzuela, o mùsica clàsica. Me encantaba ir a darle el beso de buenas noches, lo prolongaba un rato infinito. Sus dedos repiqueteando. A veces repiqueteaba el "Angelus" de las 12, eso a mì me hacìa mucha gracia, y èl lo sabìa. Si en estos momentos entraba mi tia ultramonjil èl paraba de repiquetear. Intentò enseñarnos solfeo a los cuatro hermanos, ninguno le hicimos ni caso, pero a todos nos gustaba estar ahì mientras èl subia y bajaba la mano. En la guerra cambiò su piano por un armario. A veces repiqueteaba sin que estuviera sonando nada. La cima de sus enseñanzas fuè cuando puse en el tocata el Looky Looky de Giorgio (que no era otro sino el Moroder antes de la electrònica), yo atento a sus dedos. Repiquetearìa los dedos mi abuelo con semejante banalidad musical?. Despuès de media canciòn sonando lo hizo y los dos reìmos a carcajadas. Tambièn me enseñò a jugar a la brisca y al tute.


No puedo decantarme por un gènero musical concreto, no me gusta ninguno. Mi carrera discogràfica es un dar palos de ciego constante para ver si por casualidad suena la flauta. Tengo varios discos de country-pop, otros de pop-rock, varios de folk-prog-pop, alguno de funk-pop, toques sicodèlicos por aquì y por allà, swing, pseudo-jazz, mùsica incidental, en francès, en inglès, en castellano, hasta algùn tema en catalàn y experimentalismos varios tambièn. Ahora quiero hacer un disco de noise industrial, acabo de fichar a mi lavadora como primer solista y estoy negociando con la puerta del garage y con el calefactor del Studio 2. Los perros de la vecina me pueden servir tambièn si saco a los gatos a la hora de su meada y manipulo la velocidad de grabaciòn. A ver còmo me lo monto. Quizàs necesite un tècnico operario para que desarrolle mis ideas mientras yo me toco los huevos en un sofà bien alejado del tostonazo que vamos a liar.


The National son como The Mission pero sin sombreros y con barbas. Algo asì como quitarse el sombrero ante el pasado, dejarse barba para parecer maduros y venderles la moto a los chavales del hoy. Un perfecto resumen de la polìtica de la industria discogràfica actual. Solo he escuchado un par de temas de ellos (de ambos), por lo tanto èsta es una opiniòn gratuita y por ende tan vàlida como cualquier otra. Y a pesar de mi adustez y cada vez màs perenne desconfianza en la industria discogràfica èsta me la sigue clavando a mì tambièn, en èste caso con un grupo noruego que igual se marcan un disco country a la antigua usanza que un rollo èpico progresivo sicodèlico con orquesta y tò la pesca (pretenciosidad pura) que me deja con los calzoncillos por los suelos y la boca abierta. Se llaman Motorpsycho, apenas he picado veinte minutos de sus cosillas, que las tienen a punta pala, y ya puedo asegurar que el atracòn que me voy a meter de ellos va a ser supino.


La madre de Manolo no dejaba el bolso nunca a mano, él siempre iba sin un duro y me tocaba a mi pagar los carajillos y otras cosas de ponerse ciego. Pero un dia aparaciò con una pulsera de oro, con dos cojones. Nos fuimos a Valencia, la malvendimos por cienmil pesetas y el tio se las gastò con nosotros en una tarde-noche de juerga brutal. Tambièn se comprò una gorreta de cuero negra que le iba de cine y con la que nos hizo reir hasta llorar muchas veces.


Tenian tablas hasta decir basta, no solo en el escenario, cuando llegaban al hotel, a un restaurante, en la prueba de sonido, eran increìbles, una profesionalidad a prueba de bombas. Una vez tocaron ante 100mil personas, 100mil, y en el hotel estaban tan tranquilos esperando las limusinas. Los fans agolpados en la entrada chillando como posesos a traves de las cristaleras, ellos saludaban de vez en cuando y seguian hablando de sus cosas corrientes. El recorrido hasta el lugar del evento fue una locura, no solo eran las fiestas patronales sino que ademas habia obras por todos lados. El mànager, los agentes, todos de los nervios, ellos nada, ni inmutarse. Al llegar al escenario arrasaron con todo, sonaron como siempre, perfectos, la multitud se lo pasò en grande y ellos volvieron a dar muestras de su grandeza en escena. Por lo demàs sus canciones eran una absoluta mediocridad.


Tù, artistilla de tres al cuarto, tù que sabes perfectamente que todas las canciones que compones tienen exactamente los mismos acordes y melodìas que otras miles con las que has flipado tanto, tù que escribes letras ya escritas desde tiempos remotos, tù que crees que nadie se da cuenta de todo ello pero que en tus momentos ìntimos te reconcomes el cerebelo de remordimiento y desesperaciòn porque te sabes mediocre y chupatintas, tù que envidias a èse que crees que se lo inventa todo desde cero pero que en realidad copia y copia como cabròn desde el primer dia que agarrò la guitarra, tù, pamplinas calzonazos de la mùsica que no eres capaz de hilvanar dos notas seguidas que te salgan desde el fondo del alma, tù que no has creado una sensaciòn sonora pura y virgen en tu puta vida, tù, pelmazo imitador de chuflas horrorosas, bienvenido al club.


Los botones de abrigos, grandes y hermosos, eran los porteros, los medianos, tipo chaqueta eran los jugadores y los màs chiquitines, tipo camisa, eran los balones. Las porteria las habiamos montado con un plastiquete que retenia el balòn (el botoncillo) dentro cuando se metìa gol. La tècnica de juego tenia su enjundia, pellizcabas el balòn con uno de tus jugadores con poca intensidad para pasar a otro jugador mejor posicionado, y pellizcabas a lo bestia si querias enfocar a la porterìa. Un dia, por casualidad, la pelota me saliò tan zumbada que se fuè a tomar por culo por ese comedor tan inmenso donde era un todo en uno, cocina, chimena, plancha de rodillos a mano y mesa camilla enorme donde las madres de mis amigos se juntaban a coser al calor de las faldas camilleras. Todos los crios empezamos a buscar por el suelo, yo me metì dentro de la mesa camilla y lo que vì allì casi me deja patidifuso. Una orgìa de faldas, refajos, cachas, ligas y lo que la imaginaciòn dejaba volar. A partir de ese dia mi pericia se concentrò en mandar el balòn tan lejos como pudiera a la menor oportunidad, y si era debajo de la mesa camilla mucho mejor, aunque eso no era imprescindible para que yo supiera que allì dentro estaba el tesoro y fuera a buscarlo tan ràpido como un guepardo.


Hola Petunia! ya estamos en Bèjar!. - Joder, Luis, pero que ha pasado? un tio lleva toda la tarde llamando y preguntando que donde estabais, que si os habia pasado algo! estaba preocupadìsima!. - Hostias, ha llamado? cagüen dios, que tio, no pasa nada, es que Malcolm y yo nos hemos liado a hablar de Split Enz y con la euforia nos hemos pasado el desvìo y hemos ido a parar a la frontera con Portugal. - Y Tito? - Iba durmiendo todo el viaje, bueno, eso que ya estamos aquì, es que al irnos tan lejos hemos tenido que tomar una carretera secundaria que iba llena de camiones y acabamos de llegar, no pasa nada, montamos en un periquete y tocamos, aunque el tio decìa que ya daba igual, que era muy tarde, pero le he colocado el ampli a Malcolm y ya està ahì improvisando cosas, te dejo. Hasta mañana, guapa.


Cuando èramos pequeños yo lo veia por ahì con sus hermanos por la plaza mayor, eran un montòn de ellos, pero nunca crucè palabra con èl hasta que llegò a Villar del Humo de interino en 1953. Yo ya llevaba un año o màs allì con mis oposiciones aprobadas y todo. Habia dos aulas, una para chicas y otra para chicos, separadas por unos urinarios que no se utilizaban porque no habia agua corriente. Èl todos los dias enviaba a algùn alumno con una caja de cerillas para mì, dentro escribìa frases bonitas y me camelò. Tenìa un porte fabuloso a pesar de que los pantalones tenian algùn zurcido asì asà, era morenazo y guapìsimo y siempre llevaba una gabardina blanca al hombro. Un dia de paseo hacìa tanto frìo que no me pude aguantar preguntarle por què no se ponìa nunca la gabardina, y me contestò: si es que me viene pequeña.


Utiel fuè un hervidero de artistas cuando yo era adolescente, antes de que el pub Bobal fuera Bobal, Juanfra, el dueño de aquella casa, les dejò una habitaciòn a Gonzalo y Migue Moya para que metieran ruido, yo me colaba allì dentro no sè ni còmo y me pegaba las horas viendo y escuchando como aporreaban la bateria y el bajo elèctrico con wha wha. Apenas cabiamos los 3 porque el ampli de bajo era gigantesco. La pandilla de mi hermana Carmen (tres años màs que yo) tambien fueron muy creativos, montaron Jesucristo Superstar, Godspell y hasta hicieron una propia òpera rock titulada Utiel Pais Tropical (1977) repleta de tìtulos mìticos: “Rio Magro (quièn te ha visto y quièn te ve)”, “Flannagan”, “Rock Radical (nosotros somos de Utiel. lugar de vida ideal, territorio independiente, distrito federal)”, “Ayuntamiento (alcalde soy por cojones..)”, “La Paca (Pues que bien estamos, Paca, tu sin virgo y yo en la càrcel, tu no tienes quien te meta, yo no tengo quien me saque), o la mìtica que daba tìtulo a la obra “Utiel, Paìs Tropical (lomo, chuletas, longanicetas, chorizos, almortas, morcillas de la orza”. Toda la peña hacia cosas, figurantes, luces, sonido, mùsicos, por reseñar algunos, Fernando, era un gran interprete, Pepo y Carmelo los geniales compositores, y Miguel otro de los cerebritos. Estos dos ùltimos tenian un hit privado que me gustaba mucho, decia algo asì como “Supercarmaikel, in the guey” y tambièn hicieron el camino a Santiago en vespino. Los dos en un vespino.


Entre los 5 y 12 años de edad caì enfermo de anginas como 15 veces o màs. Los subidones de fiebre eran impresionantes, yo los flipaba de guay, la puerta de la habitaciòn se movìa serpenteante. Al regresar del colegio mis hermanas me hacian algùn numerito que me encantaba, algùn baile, alguna pijada para hacerme reir. Mi madre, maestra de escuela, me dejaba en casa con un zumo de limòn y una aspirina, yo me subia el tocadiscos a la cama y dale que te pego a Jose Guardiola y un fabuloso long play de polkas que tenian una marcha del copòn, combinados con los singles de bob dylan, led zeppelin, moody blues, menudo cisco montaba. Mi mami me traia cuentecitos pequeños de Bruguera y Warner Bros, aùn conservo unos cuantos. A veces me ponìa tan malo que venìa El Purillo, el practicante del pueblo, y me ponia unas inyecciones que me aterrorizaban y me hacìan mucha pupa. No olvidarè jamàs aquella cajita de metal donde desinfectaba la aguja con fuego y alcohol, una aguja de un metro de larga y que me clavaba entera en mis nalgas.


El maravilloso y confortable mundo virtual de internet. Hasta los 30-35 fuì una persona muy sociable, mis casas, las 15 o por ahì por las que pasè, estuvieron siempre atiborradas de gente, y menudas gentes, lo mejor de cada familia sin duda. No es que me hartara de las relaciones sociales, pero internet me diò el punto que necesitaba, relacionarme en el grado que quisiera sin andarme con falsas explicaciones ni excusas vengonzosas. Encontrè un buen lugar de encuentro, una especie de centro social, en la añorada liZta, donde teniamos en comùn nuestro cariño, que no fanatismo, por Frank Zappa. Durante muchos años las trifulcas fueron memorables, ahora andamos desperdigados por el facebook, en cambio nos juntamos de vez en cuando de forma real como si de una familia cordial se tratara. Hace poco he encontrado otra taberna virtual que se me acomoda bien para mis necesidades incordiantes y porculeras, la fabulosamente llamada “pajeros y zanahorios”, una lista de facebook fundada por Alejo Alberdi (Derribos Arias y etcs) y cerrada al pùblico desde hace poco. No participo en exceso, somos muchos pajeros, creo, pero hay un par de docenas de tipos especialmente cabrones, vanidosos y egocentristas que son los que màs participan y con los que me siento confortablemente desligado y paradòjicamente identificado, o viceversa, confortablemente identificado y paradòjicamente desligado. Ahì soy una especie de “el pesao de zappa”, no es que lo nombre mucho, pero la reacciòn histèrica que produce en ellos hace que los hilos sobre el bigotes se extiendan siempre un buen rato, para mi regocijo. Son gente malamente buena, viciosos de la mùsica de todo tipo, aunque hay unos cuantos temas recurrentes bastante ordinarios con los que babean cual colegialas, el rock barriobajero y garrulo tipo burning o la movida, ante los cuales apenas suelto improperios de vez en cuando porque solo conseguirìa que hablaran màs de ello y no del montòn de maravillas extrañas e incunables que hasta para un tipo como yo, obsesivo melòmano desde la niñez, eran desconocidas. Con algunos de ellos tambièn comparto amistad normal facebookiana, asi que para todos ellos mis cordiales saludos desde aquì, panda de cabrones.


Mi Sanbenito con Zappa me lo he ganado a pulso, publicar 18 discos de versiones suyas (8 de ellos como Reynaldo, el resto por artistas de todo el mundo) es lo que tiene. Da igual que haya publicado otros 18 como Reynaldo y otros 52 de otros artistas que no tienen nada que ver con èl, es lo que tiene èste bussiness, un dia matas un gato y matagatos te llamaron pa siempre. Me cansa, pero no me importa, buena parte de mis tentàculos, como artista y como discogràfico, se han sustentado gracias a èl, asì que considero justo pagar esa cuota. Algo asì como “i’m only in Zappa for the money”?, un poco sì. La realidad es que no soy fanàtico talibàn suyo ni de lejos, soy de los que piensa que toda la lìrica que utilizò, tanto la polìtica como la sexual, son divertidas y agudas, pero poco màs, y que se sirviò de ellas como arma publicitaria, llamativa, provocadora e inusual, aunque en el fondo lo que le interesaba era su mùsica, amplia, ilimitada, atrevida, compleja, divertida, sencilla, seria, intrascendente, profunda, ruidosa, sofisticada, àspera, amable........ emocional? sì, desde luego, romàntica? no mucho, no era esa su caracterìstica principal, hay que admitirlo, pero sì que hay ciertos pasajes que lo son y mucho, aunque, claro està, no de una forma convencional, porque para eso ya està Don McLean.


Estoy ante una de las decisiones màs complicadas de mi vida. Desde zagal he presumido de ser un tipo equilibrado, a pesar de ser muy fantasioso y andar siempre en las nubes eso no me ha impedido afrontar mis responsabilidades como ser humano. He asumido mis contradicciones y mi temperamento en situaciones muy complicadas y adversas y siempre he cumplido ante mi mismo y ante los demas con seguridad y aplomo. Jamàs, y digo jamàs de los jamases, me habia encontrado entre la espada y la pared como hasta hoy. No tengo claro en absoluto que postura tomar y como obrar. Ambas opciones tienen tantos pros como contras, la duda me supera por encima de cualquier otra consideraciòn. Definitivamente, y despues de darle infinitas vueltas no sè si apoyar o poner a caldo a Russian Red.


Nos reunieron a todos entre los pinos, como 500 o 600 bicharracos con apenas 20 dias de mili. Camposoto creo recordar que se llamaba el sitio infernal, en San Fernando, Càdiz. Un algo muy gordo, coronel, o capitan general o vaya usted a saber, se puso a vociferar que en la Comunidad Valenciana habia habido unas inundaciones de cagarse la perra, que si alguno de los allì reunidos eran de la zona afectada y su familia estaba en situaciòn dramatica se levantara y se considerarìa si podian marcharse unos dias de permiso. Lo dijo con un tono en plan de “no me toqueis los cojones y que se levante solo el que tenga una buena razòn o saco la pistola y me lio a tiros”. De los 500 solo se levantaron 4 tipos. Mientras daban sus razones de estar en el ojo del huracàn mi instinto esqueador no paraba de rumiar, bueno, yo venia de Utiel, a unos 200 kms de la zona afectada, y una tia mia se habia muerto por enfermedad hacìa un par de semanas en Cuenca, a unos 350 kms de la misma. Era bastante absurdo intentarlo, y arriesgado, muy arriesgado, pero me dije, què cojones, me levantè y soltè de una retahìla “yo vivo por allì y mi tia se ha muerto”. A la hora estàbamos los cinco bichos en el tren rumbo a Valencia con 5 dias de permiso.


El negocio artìstico que màs conozco es el musical, pero imagino que en cualquier otra rama debe ser lo mismo. Una sensaciòn exhuberante de matices invade mi cuerpo y mi alma cada vez que pienso en ello, cada vez que contemplo como jovencitos se introducen en la demonìàca metròpolis del artisteo para vender su producto, dejàndose llevar por las manidas calles del caer bien, de interpretar su repetitivo repertorio una y otra vez en patèticos conciertos en patèticos lugares con patèticos cuatro gatos a patèticos miles de kilòmetros y por cuatro patèticas perras, o de grabar patèticos discos cada año que reptiten patèticas canciones con los mismos patèticos mensajes. Una mezcla de descojone, comprensiòn y compasiòn se abalanza sobre mì al comprobar la gran y patètica paradoja que encierra intentar ser artista a lo largo de los tiempos. Siempre es igual de triste. Pero la profunda y patètica hilaridad es mayor todavia cuando los patèticos protagonistas de èsa patètica lucha son gente patèticamente adulta que despuès de miles de patèticos años haciendo el capullo siguen enceporrados en vivir de esa patetica forma. Si te ha gustado èste chascarrillo dale al “me gusta” y visita mi pàgina web donde podràs adquirir un montòn de discos a precios baratìsimos, muchas gracias por tu apoyo: www.caballeroreynaldo.es


EL CUATRO DE PICAS

El comienzo de Hall Of Fame Records es pelìn difuso en el tiempo. En 1993 yo formaba parte del sello Triquinoise, especialista y pionero en meter ruido del bueno, cuando apareciò por las oficinas una maqueta de un tal Malcolm Scarpa, y a pesar de que su mùsica rompìa de lleno con el estilismo del sello me empeñè en grabarlo y publicarlo. Tambièn me encarguè de que el resultado pudiera llevarse al directo formando parte del primer Malcolm Scarpa Trio (junto a Steve Jordan en la bateria), presentando el primer disco, Malcolm Scarpa, hacia finales de ese mismo año con relativo èxito. 6 meses despues, ya en 1994, publicamos el segundo, My Devotion, tambien bajo el sello Triquinoise, aunque justamente ahì me separè del mismo llevàndome los derechos discograficos de ambos discos e inaugurando con ellos Hall Of Fame Records. En principio Malcolm sugiriò que el sello se llamara El 4 de Picas, y asì ìba a ser, pero al dia siguiente me llamò preocupadìsimo porque habia soñado que ese nombre nos iba a dar muy mala suerte. De prisa y corriendo optè por el nombre de una canciòn del nuevo disco que me gustaba especialmente, y que paradòjicamente resultò fiel reflejo del devenir del sello y de su intrìnseco cinismo ante la industria discogràfica.


Cuando yo era pequeño el espectàculo còmico-taurino El Bombero Torero se representaba en Cuenca justo el dia de mi cumpleaños (20 de agosto), y mi maravilloso abuelo me llevaba siempre. Por otro lado, mi padre solìa preguntarme ante sus amigotes què iba a ser de mayor, y yo siempre repetìa la misma retahìla: "mèdico o guardia civil", con el consiguiente deleite del personal. Aquella tarde del 20 de agosto me hizo la consabida preguntita, pero esa vez respondì: "enano". Su mirada me atravesò cual lanza sarracena.


No hay nada como una hora de caminata para que surjan chascarrillos delirantes. Este es largo, advierto.

A pesar de que dedico un, digamos, 70% de mi tiempo a la mùsica apenas agarro una guitarra para nada, unos cuantos antojos de vez en cuando y unos bajos para los visionarios, todo lo demàs es trabajo computerizado, que no por ello menos creativo y artìstico, bueno, sin contar los cantares, la voz si que la tengo muy activa. Tambièn hace 3 años que no me subo a un escenario, la principal y obvia razòn es porque no tengo demanda, pero hay màs razones, y probablemente de màs peso, por ejemplo, tener memorizadas y activas un montòn de canciones y repetirlas una y otra vez es un coñazo, que ademàs impide tener tiempo para idear y ejecutar proyectos incesantemente, que es lo que màs me pone. Lidiar con tener que transportarse de aquì para allà y aguantar al personal casi roza lo insoportable, y la edad, el tabaco y la alergia me impiden cantar màs de 40 minutos seguidos. Ayer tarde las dos computadoras estaban echando chispas, habia tantos programas abiertos que no podia hacer nada, pero tampoco podia moverme de allì controlando que todo furulara bien, asi que como un acto reflejo alarguè la mano, agarrè la acùstica y me encontrè rasgando los acordes de "el singular bicèfalo", una canciòn del año 2000. Sorpresivamente me la sabìa entera, no es que sea nada del otro mundo pero aùn se juntan como 8-10 acordes, una enormidad para mì, todos salian con fluidez, y la letra casi tambièn me salia entera, y lo que es peor, me agradò tocarla y cantarla. Ya està, el arranque no durò màs que esos 3 minutos. El caso es que èsta mañana al salir a caminar me he imaginado lo que serìa un show reynaldo hoy. Ya puestos lo he imaginado a lo grande, en Las Ventas, o en el Olympia de Paris, o mejor en el Madison Square Garden. Lleno a rebosar. Saldrìa yo solo a escena, enfundado en un chandal, y harìa un "a capella" a una voz sola y seguidamente otro "a capella" con un pedal de esos que armonizan en plan orfeòn donostiarra. Seguidamente subirìa Paco Tamarit en un elevador con una computadora enorme y una guitarra colgando, hariamos 3 temas de Adultos, el primero uno de esos moñas suyos y luego un par de traca tope, asi los fans màs experimentales ya podrian irse a hacer gàrgaras. Durante el final ruidoso yo habrìa salido del escenario y me habrìa cambiado de vestuario, ahora voy de Visionario, con mis ojos prismàticos, y con todos los visionarios en escena, De Lupa, el Impermamente, el Sarraceno y Don Urbano, todos sentados en un medio cìrculo, cada uno con sus cacharros folkis o lo que fuera, yo con un pandero enorme. Hariamos unas 5-6 canciones, luego subirìa Marieta y finalizaria esa parte medievalesca con sus gorgoritos. Permanecerian casi todos los visionarios pero cambiariamos de instrumentos, de sombreros y de gafas, y comenzarìa la parte zappa-country con nuestros màs renombrados hits, Bobby Brown, Maria Asunciòn, Muffin Man, He's So Gay, etc, un despiporre divertidìsimo y con Santi Serrano en una bateria llena de botellas de plàstico y una rana con la indumentaria del Levante CF. Al final subiria Luis Prado y se haria un solo en un piano de cola grandìsimo en el Joe's Garage, màs largo que el del disco, pongamos unos 15 minutos de solo de piano a cuatro manos. Tras la mastodòntica ovaciòn se irian todos de escena menos Santi Serrano, Luis Prado, que acudirìa a otra bateria que, oh, sorpresa, surje de otro elevador. Entonces yo presentarìa, mientras me quito el sombrero vaquero y me pongo una chupa de cuero, a Shipley, mìtico primer bajista del combo, gritando como un poseso cosas como "my devotion" y "los dictators". Los cuatro, dos baterias, bajo, guitarra elèctrica y tres voces, hariamos una selecciòn de los clàsicos de los primeros discos en plan power pop elèctrico, Cabeza de Familia, El Singular Bicèfalo, el 4rto, etc. Finalmente me quedaria yo solo, otra vez en chàndal y con la acùstica y cantaria unos cuantos Antojos y algùn Descartes. Fin del show. El esperado bis se hace de rogar....., de repente se abre un telòn posterior y aperece el Orfeòn Donostiarra de verdad, y ya puestos una rondalla castellana bailando por ahì en medio, tambièn una orquesta entera liderada por oZcar McCuenca y todos los participantes anteriores, todos juntos y en plan Brian Setzer Orchestra nos marcarìamos un Something Stupid super acelerado y rockabilly, y muy largo, invitando a todo cristo a que se suba al escenario con nosotros. Decenas de globos gigantes en plan Jethro Tull sobrevolarian al pùblico y toneladas de confeti llenarian el cielo en un final apoteòsico.


En el negocio de la mùsica ligera ser independiente real quiere decir que estas mas solo que la una. Bueno, no es mi caso totalmente, siempre he tenido grandes personas cercanas que de una forma u otra han hecho posible que ademàs de hacer lo que me ha dado la gana haya podido hacer cosas. De cualquier forma, esa condiciòn de “yo me lo como yo me lo guiso” ha derivado en situaciones complicadas (y delirantes) de sobrellevar, sobre todo cuando intento venderme a mì mismo, y much@s sabreis de lo que hablo. En los tiempos lejanos en los que tocaba en directo tambièn hacia de mi propio manager (obvio), y llamar a un garito y explicarle lo bueno que era ese tal Reynaldo me daba mucha risa tonta. Tambien me ocurre al hacer mis propias hojas promocionales.... por un lado debo comportarme como el del sello discogràfico y ponerme por las nubes, pero por otro es sonrojante leerme las estupideces que puedo llegar a decir sobre mi mismo. Lo mas delirante es hacer la hoja promo de otro grupo del sello, pongamos por ejemplo a Señor Mostaza, sì, los pones de puta madre, porque lo que son, pero siempre hay un punto de envidia tipo “bueno, bueno, tampoco es para tanto”.


Esta mañana me he dado una vuelta por el Fnac Valencia y ha pasado una cosa realmente curiosa. Resulta que llega un tipo y le pregunta al de los discos, "teneis el ùltimo de Alejandro Sanz?", y el menda le suelta a voz en grito, "venga ya, no me jodas, tienes ya toda la discografia de los Beatles? de Sinatra? de los Who? de Bach?, seguro que no, y aùn asì quieres comprarte esa cosa?". Todos los que estàbamos allì nos hemos quedado perplejos, un tipo se ha puesto a aplaudir y hemos acabado todos aplaudiendo al tendero. Bueno, en realidad sì que ha entrado un tipo preguntando por Alejandro Sanz, el resto solo ha pasado en mi imaginaciòn, pero lo he disfrutado como si fuera real y he acabado rièndome solo como un idiota ante la mirada estupefacta de los dos protagonistas del sketch.


Dia 834

Infiltrado en el ejèrcito prog-sinfònico desde hace casi tres años tengo serias dudas de haber sido descubierto por el enemigo. Mis constantes vitales pop-swing-country-funk siguen funcionando y confìo en acabar la misiòn, pero mis recursos han quedado limitados a la lucha cuerpo a cuerpo. Mantengo a salvo la radio folk a buen recaudo y sigue sintonizando por la frecuencia cool. Seguirè informando. Soldado Reynaldo.


Free Jazz: Dìcese del gènero musical cuyo superpoder le impide hacer escalas tonales.

(de la serie "Paradojas musicales de ayer y hoy")


Heavy: Dìcese del género musical cuyo superpoder le permite hacer baladas hipermegaextra-lights.

(de la serie "Paradojas musicales de ayer y hoy").


Indie: Dìcese del gènero musical cuyo superpoder le permite adscribirse a ley de dependencia.

(de la serie "Paradojas musicales de ayer y hoy).


Rock Progresivo: Dìcese del gènero musical cuyo superpoder le permite llevar 40 años estancado.

(de la serie "Paradojas musicales de ayer y hoy")


Blues: Gènero musical cuyo superpoder permite estar màs contento que unas pascuas. (de la serie "Paradojas musicales de ayer y hoy")


Electrònica: Gènero musical cuyo superpoder hace que quien lo practica no tenga pilas. (de la serie "Paradojas musicales de ayer y hoy")


No solìa esmerarse tanto en su trabajo, pero aquel disco lo merecìa. Desempolvò su mejor electric bass guitar, le cambiò las cuerdas y regrabò todas las lineas. Fue un trabajo arduo pues aunque en teorìa se sabia las canciones de pè a pà llevar a los dedos todos esos fraseos con ritmos irregulares del tiròn llevaba su tiempo. Al final del dia escuchò todo lo hecho y a pesar de no estar muy convencido por el sonido conseguido se sintiò satisfecho al comprobar que seguia siendo un buen bajista. Apagò el estudio, puso el Bitches Brew de Miles Davis en el hi-fi y se echò a dormir, y en esos momentos deliciosos cuando el sopor inundò todo su ser determinò que esa trompeta tenìa demasiada reverb y estaba algo desafinada. Justo antes de quedarse roque decidiò que la regrabaria nada màs levantarse.


Soy un consumidor empedernido de música, mi vida lleva una banda sonora constante, en el pueblo ya me llaman "el tonto los auriculares". Pero lo soy màs aun de comprar discos, lo de menos es escucharlos, "poseerlos" es el fin. Bueno, otros se gastan el dinero en farlopa o en viajes, yo me lo pulo todo en discos. De jovencillo vinilos a punta pala, luego cd's, de tienda en tienda, yo iba a Valencia, o Madrid, o Barcelona y no sabia que hacer si no era ir de tiendas de discos. Ahora voy mucho menos, pero el puto móvil no para de revisar amazon, sobre todo, y la tienda que se ponga por delante. No suelo pillar discos recién publicados y, por lo tanto, caros, busco ofertones, y los encuentro, tengo mucho ojo ya. De vez en cuando contemplo mis estanterías y me río yo solo con la cantidad de cajas y discos que ni escucho, o que he escuchado y no me han gustado nada de nada, pero ahí están. Me consuela saber que gasté poco en cada uno, aunque una millonada entre todos. El acto de compra compulsiva que màs admiración me produce es la caja de Huelgas Ensemble, 15 discos de voces polifónicas renacentistas que no la aguanta ni su madre, y los 15 son iguales, la mayor variedad es que aparezca un toque percusivo en medio de todo el disco. Pero y lo chula que es la caja que?, un negro betún guapo guapo, y un libreto en alemán cosa fina. La estuve persiguiendo varios meses, babeaba por ella, sin saber (ni querer saber) lo que contenía hasta que la consiguiera a buen precio. Creo que me costó 25€. Es guay contemplar lo que cuesta ahora: 499€


Yo hice la mili en Melilla, ya, ya sè que tù la hiciste en Ceuta, pero yo la hice en Regulares, que es casi casi la Legiòn, no como tù que eras un bicharraco pistolo, el caso es que había un tipo canariòn, de Gran Ganarias, los de Tenerife eran chicharrones, que era mu malo, pero yo le caí en gracia y me hacìa de guardaespaldas, un día se metió con otros a una compañía que estaba cerrada porque los que la habitaban se habían ido de maniobras a Almeria, se emborracharon y terminaron abriendo el cuarto de armas y pegando tiros en el patio, yo creo que todavía está encerrado en el calabozo aquel, donde por cierto yo también estuve unos cuantos días porque.... bueno, eso es otra historia, a lo que iba, el tipo antes de entrar al calabozo me diò su cadena de oro para que se la guardara, porque en el calabozo te quitaban hasta la vergüenza, y bueno, yo terminè la mili y èl seguía en el calabozo, así que me la lleve, ya no he vuelto a saber nada de èl, se llamaba Pedro, al mes siguiente, justo un día antes de irme a England a ver mi chica iba yo por la calle esa de la estación, en Pelayo, ya sabes, bordeando la estación de trenes de Valencia, cuando un tipo se paro delante de mì, agarró la cadena y me dijo "esto es mío, verdad?", yo dije: "por supuesto", el tío tenia una pinta que asustaba de verdad de la buena, le pegò un tirón a la cadenita y se la llevo. El colega que iba conmigo intento hacer algo, pero yo no le dejé, sabes por qué? porque en el bolsillo de la camisa, justo al lado de donde él puso su mano asesina en mì, yo llevaba cien mil pesetas de las de entonces para irme un mes entero de picos pardos y me dije "que le den por culo a la cadena".


Llevaba ya un buen rato esperando una gasolinera grande que tuviera café, bocatas, etc, no de esas que solo tienen cosas empaquetadas y bebidas frías. Al fin apareció el cartelico de una estación de servicio, ese con dibujicos de todo, su taza de café, gasolinera, cama, un completo. Ni siquiera le hacía falta echar gasolina, solo quería tomarse un café con leche bien caliente. Cuando entró vio que toda la parte del bar estaba sin luz, y lo que quedaba era la típica zona de cosas empaquetadas. No había nadie más que el gasolinero. Preguntó por café caliente y le indicó una máquina con tapones de esos, mierda, ni sabía como funcionaba. El gasolinero se le acercó para ayudarle, pum pum, un café caliente, y ahora leche, oh, vaya, no queda leche, a ver si tengo en el almacén, pues no, no queda. Se tomó el café caliente apesadumbrado y al despedirse no pudo contenerse. La emprendió a insultos con el pobre gasolinero, que si vaya mierda de estación de servicios, que para que ponen un cartel con cama y todo si luego lo cierran a las seis de la tarde, que si me cago en todos tus muertos, os voy a denunciar, etc. Se quedó más ancho que largo, desahogado total. Conforme iba hacia el coche empezó a entrarle la risa floja al recordar que al salir de viaje la batería le había fallado y aunque finalmente arrancó no sería de extrañar que esta vez no lo hiciera. Empezó a descojonarse pensando que no le arrancara y tuviera que volver al gasolinero a pedirle ayuda. Entró en el coche, metió la llave en el contacto y le dió media vuelta.


Hace unos años me enganché a poner varios discos a la vez, llegué a utilizar 5 reproductores, daba igual los discos que pusiera, el efecto era más o menos el mismo, con 5 discos la cosa era bastante insoportable, pero con solo 2 al mismo tiempo llegué a pillarle el tranquillo, incluso me hacía mis estereos físicos, es decir, me acercaba más a unos altavoces o a otros y analizaba el sentimiento que me provocaba, llené varias libretas con diversas combinaciones y aquí sí que importaba la elección del material, conseguí verdaderas sinfonías estrambóticas reseñables, pero después de varios meses tuve que dejarlo porque comprobé que al poner solo un disco me entraba un estado de nerviosismo extraordinario, como si en vez de chocolate estuviera comiendo algarroba.


Mi hijo (19 años) no ha prestado atención al formato CD (mucho menos al vinilo) en su vida, no para de escuchar música pero es de la generación del stream, sobre todo spotify (premium, of course). Vive rodeado de CD's, los de mi colección, y de los montones de cajas de CD's de Hall Of Fame que hay en el garaje, pero ni puto caso, never. Hasta ayer. Resulta que está recuperando músicas que escuchaba de pequeñín (Madness, XTC, TMBG, etc) y cuando ha llegado a Oingo Boingo, pumba, solo hay un disco en spotify. Por suerte su padre tiene toda su discografía en CD, ha sido una sensación extraña, placentera y descojonera verlo buscar entre las estanterías como un desesperado hasta encontrarlos, y entonces preguntar: "ahora que hago con ellos?".


El antifanatismo es una actitud o actividad que se manifiesta con pasión moderada, comedida e inconstante en defensa de una idea, teoría, cultura, estilo de vida, etc. Hoy en día se usa mayormente para designar a las personas profusas en su pasotismo hacia una causa religiosa o política, hacia un deporte, pasatiempo o hobby, o hacia una persona a quien idolatra lo justo y razonable. Psicológicamente, la persona antifanática manifiesta una desapasionada y condicional adhesión a una causa, un entusiasmo comedido y/o plurimanía persistente hacia determinados temas, de modo no obstinado, algunas veces discriminado y pacífico. Relativo a las ideologías etc., el antifanatismo se refiere al escepticismo general de una persona o grupo. En casos extremos en los cuales el antifanatismo supera la racionalidad, puede llegar a extremos delirantes, como ridiculizarse a sí mismo, con el fin aparente o manifiesto de imponer esa creencia, considerada por el antifanático o antifanáticos como una verdad más. La importancia de una buena definición de antifanatismo estriba en los problemas éticos que genera en la mayoría de los casos que serán considerados. Cabe señalar que en este sentido, el antifanatismo no se define tanto por la racionalidad o irracionalidad del pensamiento de la persona antifanática (eso atañe más propiamente a la locura, que es estudiada por la Psicología, a la Lógica, y a otros campos de conocimiento), sino más bien por sus actitudes o comportamientos, ya que son éstos los que producen problemas éticos (véase libertad de expresión). Existe el caso del antifanatismo positivo (nunca en contra ni a favor de algo o alguien). Para hablar de ello primero debemos definir otro término, tomado del inglés: «antifan». Un antifan es una persona que siente gusto y entusiasmo y viceversa por otra persona/s o por cierto objeto/s. El término se utiliza en particular en el deporte y el arte, para referirse a admiradores de una persona o grupo de personas a las que no obstante también pueden ridiculizar. En inglés, los antifanes de algo o alguien son llamados «antifandom". Estos demuestran en ocasiones su afición integrando un club de antifanes, creando estupideces, promoviendo lo que les interesa o de otras maneras más.


LA LEYENDA DE LA SEGUNDA DESAFINADA. Dicha leyenda explica por qué el sonido "indie" español en general se caracterizaba por ese punto de desafine sutil pero constante, y que se basaba en la teoría de que las guitarras de poco presupuesto no son capaces de afinar con exactitud la nota SI de la segunda cuerda al aire, lo cual es absolutamente falso porque como todo el mundo sabe en el indie español todos eran niños pjios.


Don Antonio era un maestro chapado a la antigua, de esos que resolvían los hiperactivismos y las faltas de atención a base de una buena hostia en el momento adecuado. Un día del invierno de 1970, o 71, o 72, nos quedamos varios alumnos sin salir al recreo, vaya usted a saber por qué, alrededor de la estufa de petróleo, y a alguien, Villena, o Gabarri, creo recordar, sacó unos «mistos pedorros», una especie de petardillos que estallaban al frotarlos con alguna pared rugosa. Empezamos a tirarlos a la estufa y la algarabía que montaron fue tremendamente divertida, pero la mala suerte hizo que varios de ellos, en plena fiesta, cayeran por un agujero que comunicaba con la clase de abajo donde, maldita sea, estaban almorzando todos los maestros. Al subir a clase Don Antonio automáticamente llamó a Villena y Gabarri y éstos, a la velocidad de la luz, se chivaron de que yo también estaba en el fregado. La mirada del Don traspasó mis huesos, me llamó, y cuando estaba enfrente de él me agarró por una oreja y me subió hasta la altura de sus ojos para, con la mano libre, soltarme un bofetón de tal calibre que me mandó directamente a mi pupitre.


En las ciudades no pasa tanto porque hay mucha gente, pero en los pueblos sucede que te saludas con gente durante toda la vida con las que apenas has cruzado alguna conversación, a veces incluso ni dos palabras!, pero te saludas desde siempre, porque os habéis cruzado miles de veces desde que ambos erais dos mocosos y mantenéis la costumbre. Esto da lugar a sensaciones peculiares, por ejemplo, yo debería tener unos 8 años, o menos (vamos, que la cosa está llena de inocencia) cuando un día en la calle donde estábamos un montón de críos una chica se levantó la falda y se sacó las bragas que se le estaban metiendo por el culo, un acto reflejo mientras seguíamos jugando a lo que fuera. Pues cada vez que me cruzo con ella es impepinable que me venga a la cabeza esa imagen.


A veces la mezcla de una canción se convierte en el montaje de un reloj de precisión, sabes que tienes todas las piezas correctas pero por alguna extraña razón el reloj no funciona, pruebas diversos tipos de herramientas hasta que te das cuenta de que lo que necesitas es un martillo.


Me molesta muchísimo quedarme sin tabaco, pero más que por la necesidad de nicotina es por los aconteceres que desembocan de tal desdicha. Para ir a comprarlo tengo que quitarme el pijama y vestirme, asi que ya puestos debería ducharme, y para que la ducha tenga mas sentido deberia sudar un poco, con lo cual agarro la escoba y me pongo a barrer el estudio y al llegar a las escaleras veo que están llenas de polvo, asi que continúo hasta abajo, y me ocurre lo mismo al llegar a las escaleras del garage, asi que las barro también. Una vez todo barrido me sabe fatal no quitar el polvo de los muebles, y un vez limpiados todos lo lógico es que pase la fregona por toda la casa. Asi que después de un par de horas sin fumar por fin me ducho y me visto y salgo a por tabaco, pero caigo en la cuenta que ya puestos me faltan mas cosas que comprar, que si café, pipas, lo básico, total, que por el puto tabaco pierdo toda la mañana sin poder hacer lo que mas me gusta, tocarme los huevos.